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Aprender a diseñar para ser sostenible y crear productos con mayor reciclabilidad, es nuestra obligación para hoy y para el mañana. Uno de los mayores desafíos de la sostenibilidad en el tiempo comienza con el diseño de los productos.

El reciclaje comienza en la oficina técnica de diseño

Una gran cantidad de productos del mercado actual, son literalmente imposibles de reciclar, hay marcas  que diseñan y fabrican sus productos con el objetivo de imposibilitar su reparación y de paso, incitar al  consumo tras unos ciclos de vida determinados. 

¿A caso es una utopía desarrollar productos en vistas del final de su ciclo de  vida? 

Cada vez es más imprescindible ser capaces de producir cualquier tipo de producto o dispositivo, no sólo  asegurando un ciclo de vida lo más largo posible, que en la mayoría de casos ya se hace, sino, que al  final de su vida productiva, puedan ser desarmados y desmontados de la manera más fácil, económica y  rápida posible. Con el fin de poderse reciclar o reutilizar, la mayor parte de sus componentes.

Diseñadores, ingenieros y product managers, ¿Por dónde podemos empezar?

En primer lugar, tener cierto conocimiento de las propiedades de los materiales (reciclabilidad, obtención de la materia prima, precio de mercado, huella de carbono ambiental) y los procesos de fabricación (mecanizado, fabricación aditiva, fundición, inyección, soldadura, entre otros), ayudará a crear productos  más sostenibles, teniendo en cuenta las posibilidades que existen desde el punto de vista del reciclaje o  la reutilización.

¿Cómo diseñar y fabricar con la visión de conseguir una economía circular?

Podemos tener en cuenta estos tres puntos de partida:

1. Elige en la medida de lo posible un material sostenible

Cuando nos planteemos los materiales que se van a escoger para nuestro diseño, ser conocedor de  aquellos materiales cuyo porcentaje de reciclabilidad es mayor o total. El aluminio o el PET, son ejemplos  de materiales sostenibles porque se pueden reciclar y reutilizar. No pierden sus propiedades tras el  proceso de reciclado.

De hecho, se estima que se puede llegar a ahorrar un consumo energético de hasta un 95 por ciento,  dado que evitas tener que invertir recursos en la extracción del aluminio de las minas más sus procesos  posteriores o refinar derivados del petróleo hasta obtener el PET de cero.

2. ¿Cómo unir materiales?

El segundo punto es la unión. Necesitas conocer cómo unir los materiales, porque el método de unión que  elijas marcará la diferencia. ¿Por qué?

En primer lugar, porque se mejora la tasa de reciclaje cuanto más sencillo sea su separación. Este tipo de  anclajes pueden ser desde tornillos, pernos, remaches u otro tipo de uniones a presión. 

3. Diseña para producir de manera que puedas reparar o reutilizar el producto

En este punto se debe considerar la reparación y reutilización del producto. ¿Se va a poder reparar? ¿Por  cualquier persona? ¿Se podrá reutilizar el producto tras un restyling o reciclar sus materiales? 

Es fundamental que en el proceso de diseño repensemos en el producto al final de su ciclo de vida. Es decir, frente a la definición de un detalle de montaje concreto, ¿si antepongo una unión atornillada en lugar de una soldada, facilitaría su reparación y no le quito prestación o seguridad al producto?, si la respuesta es que sí, adelante.

¿Qué materiales son fácilmente reciclables?

El aluminio

El aluminio es un material infinitamente reutilizable, así como la chatarra de aluminio postconsumo cuya  una huella de carbono es bastante ínfima.

Reciclar 1 tonelada de aluminio ahorra 6 toneladas de  bauxita y 9 toneladas de emisiones de CO2.

La chatarra postconsumo ya ha tenido una “vida”, tal vez en el marco de una ventana o en una lata, y  ahora se ha reciclado para convertirla en algo nuevo. La chatarra preconsumo suele ser chatarra que  proviene del proceso de producción y no se ha utilizado. Los productos de aluminio más eficientes en  CO2 son los elaborados a partir de chatarra postconsumo.

Seamos conscientes de que cualquier pieza extruida en aluminio, ronda una vida promedio de 20 años. Cuando este tipo de productos, como los marcos de ventanas o las latas se deshechan, el reciclaje de los mismo, dentro del proceso de refundición, solo añadirá un 5% de la energía inicial, es decir, de la que se utilizaría para producir el aluminio primario.

Además, este aluminio no pierde ninguna de sus propiedades durante el proceso de reciclaje

A nivel mundial, el reciclaje de aluminio ahorra más de  100 millones de toneladas de CO2 cada año

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